ELS BURGESOS DE CALAIS de Michel Bernard al Culturas (06.01.24)
Bernard se acerca a Auguste Rodin, el gran escultor francés de finales del XIX, a través de la historia de la creación de una obra que revolucionaría el arte.
No me interesa demasiado lo que comúnmente se entiende por novela histórica. Sin embargo, los libros que en clave narrativa recrean episodios o personajes históricos, de los célebres Momentos estelares de la humanidad de Stefan Zweig a novelas de Cercas o Pisón, me interesan mucho. En esa senda, más cerca de la miniatura histórica y literaria del austríaco que de los españoles, cabe situar Els burgesos de Calais, último libro del escritor y ex alto funcionario francés Michel Bernard (Bar-Le- Duc, 1958).
No es la primera vez que el autor se aproxima a un personaje histórico. Ya lo había hecho antes con figuras tan distintas y alejadas en el tiempo como Charles Trenet, Monet o Juana a de Arco. En esta ocasión, Bernard se acerca a Auguste Rodin, el gran escultor francés de finales del XIX, a través de la historia de la creación de una obra que revolucionaría la escultura: Les bourgeois de Calais. Para ello, saca a la luz a otros dos protagonistas de esta historia que hasta ahora habían quedado en sombra: Omer Dewavrin, notario y alcalde de Calais que en 1884 acude al taller del famoso escultor en París para encargarle la creación de un monumento en homenaje a seis personajes legendarios de la Guerra de los Cien Años (esos que dan título a la obra y a este libro), y su esposa Léontine. Y es que los Dewavrin, personas educadas pero sencillas y alejadas de los círculos artísticos e intelectuales de la capital, reconocerán instintivamente el genio del artista y se convertirán en sus principales valedores en la nueva empresa; algo que requerirá todo su empeño, pues la obra deberá hacer frente al academicismo imperante y a todas las convenciones del momento, incluso al propio perfeccionismo de Rodin, que tardará diez años en darla por concluida. La recreación de esos otros personajes y de la amistad que se forja entre ellos, a partir de la correspondencia que mantuvieron (de la que con acierto se adjunta un fragmento al final del libro), es, sin duda, junto a la prosa fluida y elegante de Bernard, una de las claves del éxito del relato.
Eva Múñoz, Culturas (06.01.24)